
Muestra la OMS que la insuficiente actividad física resulta uno de los factores de riesgo de mortalidad más importantes a escala mundial, y va en aumento en muchos países, provocando un empeoramiento del estado general de salud de la población y su calidad de vida. Las personas que no hacen suficiente ejercicio físico presentan un riesgo de mortalidad entre un 20% y un 30% superior al de aquellas que son lo suficientemente activas.
El mismo estudio de la OMS muestra que en 2010, a escala mundial, alrededor del 23% de los adultos de 18 años o más no se mantenían suficientemente activos, de los cuales un 20% eran hombres y un 27% mujeres. La insuficiente actividad física de la población general se debe principalmente al sedentarismo laboral, así como la inacción en el tiempo libre, bien sea de ocio o de hogar. Además, cabe destacar el aumento del uso de medios de transporte motorizados, lo que contribuye a la inactividad.
Otro factor en el que se hace hincapié en el estudio de la OMS es el relacionado con la urbanización, la cual desalienta a la población a mantenerse activa, y que principalmente viene motivado por:
el miedo a la violencia y a la delincuencia en los espacios exteriores;
el tráfico denso;
la mala calidad del aire y la contaminación;
la falta de parques, aceras e instalaciones deportivas y recreativas.
Las recomendaciones van orientadas hacia las administraciones públicas, las cuales deben adoptar medidas para promocionar la actividad física y mejorar las oportunidades para una vida activa en estos entornos urbanos de las ciudades grandes principalmente. Por este motivo, las políticas destinadas a aumentar la actividad física deben de tener como objetivos principales:
promocionar la actividad física a través de acciones de la vida cotidiana en colaboración con los sectores correspondientes;
promover el transporte activo, caminar y montar en bicicleta, así como la accesibilidad y seguridad en el uso de estos medios de transporte;
fomentar la actividad física mediante políticas laborales y relativas al lugar de trabajo;
propiciar espacios e instalaciones seguras en las escuelas para que los alumnos pasen allí su tiempo libre de forma activa;
impulsar una educación física de calidad en las escuelas que promueva hábitos de vida saludable; y
mejorar las instalaciones deportivas y recreativas para ofrecer oportunidades deportivas a toda la población.
Con estas sugerencias y la nueva realidad de las ciudades post-COVID, donde los centros deportivos parecen no poder retomar a pleno rendimiento su actividad, las ciudades y su espacio público se ponen en cuestión debido a que muchas no estaban preparadas para la avalancha ciudadana de deportistas urbanos que se pudo ver en ese momento y que parece que será la tendencia, aún mayor, tras esta pandemia.
El reto de las administraciones locales y de las propias ciudades será poder atender y ofrecer una calidad urbana necesaria para promover una práctica deportiva y de actividad física segura y saludable.

José Antonio Duarte Sastre (col. 59.906)
Miembro del Grupo Investigación en Generación de Territorios IN-GENTES HUM958, ETS Arquitectura de la Universidad de Sevilla
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